Si en su momento a los distribuidores les costó catalogar esta película dirigida por Don Siegel y protagonizada por Clint Eastwood, tan apartada, de la por entonces filmografía de ambos, cuando aun ni siquiera se había estrenado "Harry el sucio", hemos de asumir que en la actualidad se caiga en un error similar. Harry pesa en el imaginario popular, es verdad, pero también están el Eastwood ñoño y flojeras, el Eastwood astronauta… Así que, si ahora te encuentras esta película en los estantes de la Fnac, observarás, que su carátula, con la leyenda "El seductor" (su título en español), remite a una especie de "Los puentes de Madison" con un Clint mucho más tierno y vigoroso. Como no coló como western había que intentarlo por otras vías. Pero ha llegado el momento de aplicar la taxonomía correcta, y no es otra que terror psicológico. No en vano, hablamos de una adaptación de la novela "A painted devil" de Thomas Cullinan, enmarcada dentro del southern gothic, subgénero, exclusivamente norteamericano, de la novela gótica.
Recuerdo un episodio de "Cuentos asombrosos", o alguna serie similar, en el que un reguero de soldados heridos, víctimas de la Guerra de Secesión, desfilaban por la puerta de una mansión. Al final, los integrantes de esta constante comparsa, resultaban serlos fantasmas de los caídos en batalla. En un escenario similar se desarrolla esta historia, un caserón aislado por la niebla, que bien podría permanecer ajeno al final de la guerra.
En sus alrededores, la pequeña Amy encuentra al Cabo del Ejercito de la Unión John Mc Burney (Eastwood). Apenas se puede mover y está malherido, como buenamente puede lo arrastra adentro. El edificio resulta ser un internado para señoritas confederadas. Postrado en una cama, Mc Burney será retenido, cual Paul Sheldon en Misery, para ser, en principio, entregado al enemigo cuando presente mejoría.
A semejante microuniverso estrógeno, con excelsa variedad etnodemográfica, llega la testosterona de Eastwood para generar desestabilidad y caos. Y no por simple cuestión química, porque el muchacho lo intenta, de una manera más o menos formal, con todas: la religiosa y madurita directora, la virginal e incauta profesora, la diabólica lolita e incluso la esclava, que para algo es yanki. No se salva ni la niña pequeña.
Porque tengan a buen seguro que películas así ya no se hacen hoy en día: abuso de poder, secuestro y coacción sexual, pedofilia, fantasías de lesbianismo y sexo grupal, incesto, amputaciones, tortugas asesinadas. Todo un catálogo de aberraciones que el edulcorado anuncio que la precede en Telemadrid no parece prometer.
Hay quien asegura que Siegel la consideraba su mejor película, y seguramente Eastwood ayudo a financiarla (es una de las primeras producciones Malpaso) intentando desmarcarse de su habitual imagen. Ambos hicieron grandes esfuerzos por sacar este personal proyecto adelante, como constata su encarnizada guerra con Universal para conservar el siniestro final. Pena que una constantemente errada y errática política de distribución la convierta en una total desconocida, ni tan siquiera valorada como obra de culto.
Como curiosidad destacar su making off, "The Beguiled: The Storyteller", que supone el pequeño debut de Eastwood tras la cámara, un año antes de lanzarse a rodar "Escalofrío en la noche". Banda sonora a cargo de Lalo Schiffrin. Una joya a descubrir.
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