Según la Wikipedia el término Español Neutro se refiere al modelo de lengua propio de ciertos medios de comunicación y entretenimiento (agencias internacionales de prensa, estudios de doblaje, productoras de telenovelas...) que operan en un área geolectal amplia y que, para ello, seleccionan y utilizan con preferencia aquellas formas léxico-semánticas y morfosintácticas más extendidas en todo ese territorio, así como modelos de dicción (estándares de pronunciación) elaborados, que buscan eliminar la identificación territorial. Hay quien atribuye sus orígenes al envío en 1944 de dos empleados de la Metro Woldwing Mayer a México en busca de actores locutores cuando el doblaje nació como un nuevo intento de llegar al mercado latino americano tras el fracaso de las dobles versiones y los subtítulos. Al margen del doblaje, en la traducción escrita su utilización tiene una clara intencionalidad utilitarista económica reduciendo las adaptaciones de obras extranjeras en el idioma a una. Toda una metáfora del capital como erradicador de la identidad cultural.
Estas mismas características unificadoras de lo latino se le podrían atribuir al rol que desarrolla el propio Antonio Banderas en la superproducción que supone Hollywood en si mismo. Lo latino no pandillero, lo no inmigrante, una idea pura no indígena pero tampoco continental ni criolla, conquistadora de tierras y mujeres, donde se reúnen el guitarrista virtuoso, el amante ardiente, el poeta donjuanesco, el bailaor arrebatado y el matador de toros. Una figura autoexplotativa creada de la mano de Robert Rodriguez, con embrión en Four Rooms (Four Rooms, 1995) y desarrollo en los respectivos títulos de las sagas El Mariachi y Spy Kids, una imagen metacrítica que se convierte en parodia de si misma de un solo golpe , The Mask of Zorro (La máscara del Zorro, 1998), y que sentencia un punto de no retorno con su secuela. Esta visión inofensiva del amplio mercado latino a explotar es transplantada al cuerpo del Gato con Botas, el protagonista del cuento popular, personaje que tras demostrar su aceptación en las saga Shrek se lanza ahora en solitario con su propio spin off tridimensional.
La película es poco más que un cóctel de lo antes mencionado plagado de estereotipos, no sabe uno si de un simplismo infantilista o infantil, desde los argumentales: traición, redención, acusación infundada, delito por fuerza y siempre de forma poéticamente justa, reconciliación materno filial; a los raciales: superduelo de baile taconeao, para que añadir otros. Por no olvidarnos de los felinos, que para algo está protagonizada por gatos: las americanas nueve vidas, solo siete aquí, bolas de pelo regurgitadas, persecución de haces de luz. No en vano los vídeos de encantadores gatitos haciendo monerías son uno de los mayores éxitos de youtube, y el hecho de que el arma que caracterizaba y hacía único a nuestro protagonista, cuando trataba de acabar con el gigante verde, fuese su encanto quizá hace que sea menos perverso preguntarse si la elección del gato encantador no responde a algo más que una referencia a los cuentos de siempre.
Publicado en Cinecritico
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