“Haywire” (2011)




Indomable debe ser entendida como producto de explotación autoconsciente que como tal plantea una serie de deliciosas perversiones respecto a sus congéneres que puede llegar a producir sentimientos encontrados en el espectador. Una de las primeras evidencias de su naturaleza exploit es la elección como protagonista de una luchadora profesional en detrimento de una actriz, trasladando por transferencia esta proporcionalidad al equilibrio entre escenas de combate y dramáticas. Llegado a este punto la clave pasa por sublimar absolutamente todo hacia el enfrentamiento cuerpo a cuerpo, quedando reducido el argumento por inversión de su codificación a la historia de una mujer que trata de salir viva, literalmente, a una conclusión romántica entre colegas que deviene en triángulo en un entorno laboral altamente exigente y casi exclusivamente masculino.
Encriptado el mensaje en una infinita batalla física, conflicto al fin y al cabo, no se exige en absoluto necesaria una dramática solemne ya que los propios personajes han tomado la senda de la expresión violenta, solo saben relacionarse en un protocolo de lucha, no conocen otra forma de ser. Una senda de traición y venganza que no requiere de autoreflexión sobre en que se convierte el personaje ya que no existe tal mutación, esta revancha es una declaración misma de su identidad. Descubrir la conjura es el desafío no la epifanía que provoca el cambio, solo es el catalizador que activa un entrenado mecanismo de supervivencia. De esta forma si volvemos a descodificarlo, la protagonista se revela como totalmente emancipada, no solo de sus parejas o fracasos amorosos, sino también de su testosterónico entorno profesional. Un ejemplo de autonomía y reivindicación personal, una heroína independiente y sexualmente activa, una abundancia erótica de nuevo codificada, una ingente tensión sexual resuelta a patadas y puñetazos.
De su esencia explotativa nacen también sus peores vicios, como la verbalización de la trama en una extraña deriva que se adivina como un incomprensible guiño al público adolescente, más cuando el mensaje despojado de su disfraz de refriega se descubre como una advertencia bastante adulta a no mezclar relaciones románticas y laborales, especialmente en entornos donde tu género suponga una amenaza y nunca cuando tu trabajo sea dar cobertura privada a asuntos de seguridad nacional. Nuevo tinte exploit que dota al filme de una aparentemente liviana crítica socio política de puesta en escena irónica y poco profunda, casi paródica, que puede que no se encuentre tan alejada de la realidad.

Publicado en Cinecritico

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